¿Neotecnicismo educacional?

Es necesario recordar uno de los clásicos comentarios sobre el tema, elaborado en los años 80, por Saviani (2008, pg. 10-11)

 A partir del presupuesto de neutralidad científica e inspirada en los principios de
racionalidad, eficiencia y productividad, esa pedagogía (la tecnicista) propone el nuevo orden del
proceso educativo buscando tornarlo objetivo y operacional. De modo semejante a lo
que ocurrió con el trabajo fabril, se pretende la objetivación del trabajo pedagógico. (…) El trabajador ocupa su puesto en la línea de montaje y ejecuta determinada parte del trabajo necesario para producir determinados objetos. El producto es, pues, una consecuencia de la forma en que está organizado el proceso. La unión de las acciones de diferentes sujetos produce, así, un resultado con el cual ninguno de los sujetos se identifica y que, por el contrario, les es extraño. 
(…) En la pedagogía tecnicista el elemento principal pasa a ser la organización racional de los medios, ocupando profesor y alumno una posición secundaria, relegados a la condición de ejecutores de un proceso cuya concepción, planeamiento, coordinación y control quedan a cargo de especialistas supuestamente habilitados, neutros, objetivos, imparciales. La organización del proceso se convierte en la garantía de eficiencia, compensando y corrigiendo las deficiencias del profesor y maximizando los efectos de su intervención.  

No es nueva la reflexión sobre el retorno del tecnicismo a la educación, de la mano, sobre todo, de la educación a distancia (EAD). Con el advenimiento de las plataformas, webs, redes sociales y otros, se resucita lo esencial del tecnicismo, vale decir, su central atención al medio y prácticamente nulo interés al fin de educación, alejándonos, de esta forma del pensamiento crítico y autocrítico que busca cambiar las relaciones de inequidad que caracterizan nuestra América Latina.

Lo rechazable del neotecnicismo, por lo tanto, no son su velocidad, recursos y dinámicas (ni más faltaba),  sino el silencio que ayuda a generar sobre temas mucho más centrales y apremiantes en la educación como son la búsqueda de articulaciones en contra de círculos de poderes económicos, políticos y sociales, ciegos para los procesos de marginación de la población más pobre y ansiosos por seguir llenando sus alcancías no solo de capital financiero, sino de influencia, de dominio y de status social. En neotecnicismo tiene su reto en superar, por un lado, su  exacerbada ocupación con lo procedimental y, por otro lado, su falta de compromiso con la superación colectiva de cuestiones claramente injustas como la falta de acceso a la educación básica y superior de calidad, el precario o inexistente servicio de salud a las camadas más necesitadas, el desempleo y/o el empleo que paga mal y usurpa derechos, exige lo máximo y no valora lo humano.

Lo procedimental y pragmático hacen parte de la propuesta universitaria, pero no pueden ser la síntesis de su ideario institucional. La universidad como derecho y principio de educación social va mucho más allá, pues atribuye sentido y significado y puede proponer caminos de mucho mayor perspectiva.  Pensar desde lo procedimental es más cómodo, menos arriesgado y más compensador. Pensar críticamente trae consigo más peligros y es más exigente.

Fuente citada: Saviani, Dermeval. (2008). Escola e Democracia. Campinas, SP: Autores Associados.

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